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Mostrando entradas de abril, 2019

#RetoRayBradbury - Semana 16-

El Hombre Viejo iba caminando despacio por la calle, con la Cruz al hombro,   esperando poder descansar.             A su alrededor, todo los miraban: mujeres llorosas y sonrientes, niños con helados y dulces, hombres con cerveza y camisas con su imagen en una celebración que se le antojó algo horrible. ¿Cómo era posible que disfrutaran con su sufrimiento? Miró por un segundo sus pies, hinchados y sangrantes, llenos de ampollas por el calor y sintió un calambre en sus hombros, pero no podía detenerse; la Cruz era muy pesada para él y nadie se acercaba a ayudarle. La gente le chiflaba y gritaba palabras de apoyo, pero con un dejo burlón y una sonrisa oculta entre labios. Al Hombre Viejo le repugnó.             La calle era amplia y la multitud había hecho un sendero para él, una línea que no podía dejar de seguir hasta el último minuto. Bajo el sol del mediodía, el...

#RetoRayBradbury - Semana 15-

15. -No puede pinches ser- dije, quizás demasiado fuerte.             El Metro se detuvo apenas un segundo después. Los que estábamos al frente escuchamos el crujir de algo, como si rompieran un melón con un martillo, y alcancé a ver la mirada de horror del conductor. La gente comenzó a gritar; especialmente las mujeres, histéricas, que sollozaban y corrían para alejarse del andén, rogando no ver al muerto. Los hombres alrededor empezaron a chiflar y a mentar madres, y escuché por lo menos un "puta madre" a mis espaldas.             "Señores pasajeros, una muy sincera disculpa, pero tenemos una situación en la estación; les rogamos mantener la calma y abandonar el andén. Por su comprensión, gracias". Pero nadie iba a hacerle caso. Viernes, quincena, lloviendo afuera.... claro que nadie iba a largarse. Para ese momento, había valido madres todo. Ni nadie se iba a ir, ...

#RetoRayBradbury - Semana 14-

A la sombra de la medianoche, una figura corría por entre las calles del centro de la ciudad.             Sus botines resonaban contra los adoquines, mientras sus jadeos se mezclaban con un leve sollozo y por dentro rogaba que la pesadilla terminara de una buena vez. Sin embargo, sus pies seguían moviéndose, uno tras otro, dejando a sus ojos la difícil tarea de encontrar ayuda. Pidió auxilio, pero las tiendas cerradas y los edificios apagados no le dieron respuesta. Los brillantes en sus orejas y en sus ropas refulgían como fuego cuando pasaba por debajo de los postes de luz naranja que iluminaban todo alrededor, creando luces y sombras extrañas. Ella estaba segura de que se encontraría con alguien -con algo, se corrigió- en cualquier esquina, esperándola, para abrazarla con esos enormes y peludos brazos y ella gritaría, pero nadie iba a escucharla, pues el centro estaba vacío del todo durante la madrugada. Se maldijo por ha...