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Mostrando entradas de enero, 2019

Una cinta muy especial

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Para quienes sean demasiado jóvenes para recordar, lo que está en la imagen es una cinta de VHS, el precursor del DVD. Durante los años noventa y principios del nuevo milenio, ésta era la única forma de ver tus películas favoritas en la comodidad de tu casa. En ese entonces habían tiendas para comprar, vender y rentar estas cintas, algo que ya no se hace en estos días. La familiaridad del ciudadano promedio con el VHS y su antecesor, el Betamax, era tanta que, cuando el Famicom fue lanzado en Occidente, fue alterado para que pareciera más una videocasetera.               Pero se preguntarán: ¿Qué tiene esta cinta de especial? Bueno, puede que esté equivocado, pero para mí, esta cinta representa algo que miles de personas hacen en todo el mundo, con la ayuda del internet. Esta cinta es el primer Let's Play que vi en la vida.              Hace ya casi 15 añ...

#RetoRayBradbury -Semana 4-

Gruñón. Como cada mañana, el Gruñón despertó en su habitación, soltó una flatulencia de esas que duran unos segundos y se levantó de su estera de paja. Se rascó el trasero y salió de su choza para mirar el bosque. Como cada mañana, no entendía por qué la gente llamaba a ese lugar "algo hermoso". El Gruñón era una criatura simple en su propia inmundicia: era gordo, muy gordo, tanto así que su enorme panza tapaba sus pies rugosos y peludos. Su cara estaba cubierta de una inmensa barba sucia, llena de saliva, comida podrida e insectos. Tenía la nariz chata y gruesa, casi del tamaño de una berenjena y con el color de una, así como unos ojos grandes y hundidos en un rostro enorme y casi cómico. Sus orejas, por el contrario, eran muy pequeñas, lo que le daba un toque adefésico muy poco fuera de lo normal. Este Gruñón vivía de ir día tras día a una aldea al pie de la montaña, donde recibía algo de comer con tal de que dejara en paz a los aldeanos. Aquella mañana, salió de ...

#RetoRayBradbury -Semana 3-

Diecisiete. No podía ver nada a través de la bruma. Era espesa, densa, casi podías tocarla con la punta de tus congelados dedos. El único sonido que podía escuchar era el del viento soplando y el crujir de la nieve fresca en el suelo, mientras mis botas arrastraban mi paso por el camino, uno que pensé entonces que no acabaría nunca. Las lecturas del traje eran poco prometedoras: 15% de energía, nivel crítico de frío, coyunturas al borde de la congelación. Tiempo estimado de vida: diecisiete minutos. Caminaba pensando en que habían mandado una sonda a buscarme. Si bien la tormenta podía interferir con los escaneos a tierra y la visibilidad era nula, contábamos con los sensores de movimiento y los térmicos; mi calor seguro debía aparecer como una bengala en una noche oscura para ellos, pero no escuchaba el zumbido de los deslizadores aéreos, solamente el viento que golpeaba la montaña que había dejado atrás, una que había dejado de ver cinco minutos después del choque. El vaho ...

#RetoRayBradbury -Semana 2-

Clic-clic. Eran las tres de la mañana cuando escuché el disparo. Me incorporé rápido, guiado por el instinto de supervivencia más que por el deber de hacerlo. En mis manos ya tenía el revólver que dejé en la cómoda y apunté contra la puerta. Nada. Lo único que escuché fue el pasar de un auto abajo, en la calle oscura. Al levantarme, los resortes de mi cama crujieron quejándose de mi sobrepeso y encendí la lámpara en la mesilla de noche. Afuera, el mundo dormía mientras mi sueño había sido perturbado por un disparo que quizás no vino de ninguna parte. De todas formas, decidí investigar. Alguien iba a tocar a mi puerta tarde o temprano y era mejor salir antes que esperar a los vecinos nerviosos. Aún con el revólver en la mano, me puse la bata, me calcé mis sandalias y apagué la lámpara para salir de mi habitación, cruzar la salita y llegar a la puerta, donde la señora Norvind ya me estaba esperando. -¡Un desastre, detective, es horrible!- dijo la anciana, casi al borde d...

#RetoRayBradbury -Semana 1-

Terranova. El frío en cubierta era simplemente atroz, pensó el muchacho. Envuelto en una ligera capa, su vaho se perdía en el albor de una mañana en la que había comenzado a nevar temprano. Las aguas se mecían despacio, casi con flojera, mientras la quilla del barco rompía casi con respeto las olas del mar del Norte. El muchacho trepó usando los aparejos y cuerdas del palo mayor mordiéndose los dientes del dolor que sentían sus fríos dedos hasta que llegó al nido y revisó el horizonte: nada. Bruma, nada más.  Abajo, los marineros empezaron su usual jerga de órdenes y groserías, mezcladas con la risa ebria del contramaestre y las risas de la tripulación. Los hombres se habían acostumbrado a dejar sus esteras y hamacas temprano para salir al aire invernal, doloroso para sus pulmones, mientras juntaban las cuerdas, revisaban el curso y preparaban estofado en la proa del barco, donde una fila de hambrientos colonos esperaban su plato de potaje de la mañana. Dos comidas, había ...