#RetoRayBradbury - Semana 14-


A la sombra de la medianoche, una figura corría por entre las calles del centro de la ciudad.

            Sus botines resonaban contra los adoquines, mientras sus jadeos se mezclaban con un leve sollozo y por dentro rogaba que la pesadilla terminara de una buena vez. Sin embargo, sus pies seguían moviéndose, uno tras otro, dejando a sus ojos la difícil tarea de encontrar ayuda. Pidió auxilio, pero las tiendas cerradas y los edificios apagados no le dieron respuesta. Los brillantes en sus orejas y en sus ropas refulgían como fuego cuando pasaba por debajo de los postes de luz naranja que iluminaban todo alrededor, creando luces y sombras extrañas. Ella estaba segura de que se encontraría con alguien -con algo, se corrigió- en cualquier esquina, esperándola, para abrazarla con esos enormes y peludos brazos y ella gritaría, pero nadie iba a escucharla, pues el centro estaba vacío del todo durante la madrugada. Se maldijo por haber ido tan tarde.

            Salió de la calle principal y comenzó a correr por las calles laterales, hacia los arrabales, donde seguramente habría más gente. Prefería ser asaltada que asesinada, pensó, para su sorpresa. Entre más se alejaba de la calle principal, las luces se volvían más tenues, los edificios más viejos y el olor a podredumbre incrementaba. Creyó ver una sombra moverse a la sombra de una vieja iglesia, pero siguió corriendo, ya despavorida y agotada, impulsada por sus ganas de vivir.

            De pronto, escuchó ruido unas calles más al oeste. ¡La Plaza! Sonrió y se quitó los botines para tirarlos lejos y despistar al perseguidor. Siempre había gente en la Plaza, recordó: cantantes, ebrios, juerguistas, siempre había alguien en aquel lugar alegre e iluminado en el que ella había pasado algunas noches inolvidables en compañía de sus amigos. El miedo hizo que se perdiera por apenas un instante en el tequila, la música y el olor de la loción de aquél tipo extranjero con quien compartió una noche. Probablemente su historia hubiera terminado ahí si no hubiera escuchado las garras que se impulsaban para alcanzarla, lo que la hizo correr aún más rápido, a pesar de que sus pies ya estaban sucios y sangrantes. Para cuando llegó a la plaza, cayó rendida al suelo, agradecida por la luz. Detrás de ella, en la callejuela oscura, creyó ver un par de ojos amarillentos que desaparecían entre las sombras. Respiró aliviada y entró con gesto triunfal, segura de estar viva. Entró al primer local que encontró abierto y pidió un trago. El barman la miró perspicaz y la chica le sonrió, prometiéndole algo más que una propina si la ayudaba a volver a casa. El hombre no estaba del todo seguro, pero se sintió satisfecho. Había sido una noche lenta, después de todo.

            Unas horas más tarde, la chica y él se encontraban en su departamento, en una zona moderadamente rica de la ciudad. Ella se desvistió y se lanzó a la cama a esperarlo; el hombre se tomó su tiempo y encendió una lámpara en la mesilla de noche, iluminando la habitación con una luz azulosa muy tenue. La joven sonrió y lo abrazó, agradecida de sentir calor humano con ella. Suspiró y lo besó en los labios mientras él recorría su cuerpo con sus manos grandes y tersas; se relajó en cuanto el hombre mordisqueó su cuello y lamió sus pechos. Para cuando la penetró y ella se sintió en el éxtasis de la felicidad, sabiéndose más viva que nunca, el hombre esbozó una extraña sonrisa y por apenas un segundo, sus ojos se tornaron amarillos.



Comentarios

Entradas populares de este blog

#RetoRayBradbury - Semana 16-

#RetoRayBradbury -Semana 10-

El Hombre que Corría