Tlalpan
Una noche de verano, me encontraba caminando por Tlalpan. Era joven, ten ía dinero y, debo confesarlo, estaba caliente. En mi cartera llevaba dos billetes de 500 pesos, lo suficiente para por lo menos unas dos horas de acción, pero por más que caminaba, no encontraba una que me llamara la atención: muchas de las chicas eran de rostro genérico, con vestidos baratos, mal maquillaje y cara de odiar cada segundo de estar ahí. Algunas, por supuesto, eran hombres, y no todas realmente lo ocultaban, especialmente esa de metro ochenta con brazos musculosos que me guiñó el ojo. Después de una hora de caminar sin decidirme, encontré a una joven: era bonita y pequeña, de piernas delgadas, busto medio y cabello negro. Me miró con algo de curiosidad y preguntó si quería algo. Saqué un billete y le propuse ir a un sitio más privado. La chica me miró de nuevo y comenzó a reírse, para después tomarme del brazo y decirme qu...